Muchos creen que la cirugía bariátrica es sólo por comodidad, pero ahora veremos lo equivocados que están.
Toda mi vida fui obesa, probé de TODO para bajar de peso y nada resultaba. En realidad por momentos sí, pero después existía el “efecto rebote”. Obviamente a eso hay que agregarle la baja autoestima, las idas al psicólogo, el bullying, etc. La verdad es que ahora lo puedo compartir porque hasta hace unos años hablaba del tema y lloraba.
Cuando trato de recordar mi infancia delgada, no tengo recuerdo. Los recuerdos que tengo son de las idas a los endocrinólogos, nutricionistas, pediatras con mi mamá y mi abuelita. Tuve la fortuna de tener una familia muy presente, la cual constantemente me ayudaba a mantener las pautas de alimentación o sufrían conmigo la angustia que me generaba el bullying. De hecho, siempre he creído que gracias a ese ambiente de amor no me volví loca, porque era una vía de escape a tanto sufrimiento.
Con mi mamá siempre nos acordamos que las dinámicas de los fines de semana era llorar por mi gordura y para aplacar esa pena, salíamos y me compraba ropa más grande, obvio, el amor de papás lo único que quiere es que su hijo no sufra. Además, les cuento que hice de todo: entré al gimnasio, tomé pastillas, dietas, fui a irólogos, médicos naturistas, endocrinólogos, etc, y claro, todos te juraban que ya no ibas a ser gorda y yo les creía fervientemente.
¿POR QUÉ HACER UNA MANGA GÁSTRICA?
En esos años, me controlaba con un doctor especialista en adolescentes, y funcionaba relativamente bien porque nunca logré bajar significativamente de peso, pero si detectó enfermedades como resistencia a la insulina, depresión, etc.
En el verano del 2009, me comentó la posibilidad de realizar una manga gástrica. Fue raro, tenía 19 años y el doctor me dice “es la única solución que veo porque ya hemos probado todo”. Mi mamá, fiel compañera me acompañó a los exámenes, doctores y todo, No fue fácil, conversar con tu familia y explicarle que tu decisión va más allá de lo estético, si no que sicologicamente no estás bien.
Por suerte, todo salió bien, bajé a 50 kilos y realmente mi vida cambió y fue para bien: me reconcilié con la comida, asumí mi nueva figura- que si bien no es el de una modelo- está acorde a mi contextura y estatura. Todo esto se los cuento porque en estos días, he escuchado y leído que LOS JÓVENES OPTAN POR ESTA OPCIÓN POR FLOJERA ¡ESTÁN TAN EQUIVOCADOS!
Sólo les pido un poco de empatía y entiendan que este proceso NO es fácil: hay que adoptar nuevos hábitos de alimentación, deportivos y por sobre todo, ACEPTAR ESTA NUEVA FIGURA.
Hoy, 4 años después, puedo decir que fue una EXCELENTE decisión. Por lo mismo, si existe gente que puede hacerlo, no veo nada malo, sólo uno sabe lo tedioso que es vivir en una sociedad que impone cánones de belleza impensado. La vida me ha enseñado que la belleza se lleva en uno y no en un cuerpo 90-60-90, pero si saludable.