Más allá del resultado estético, la mente y la hermosura tienen una estrecha relación ¿Sabes cómo y por qué se manifiesta?
El estrés, la depresión, las crisis de angustia, ataques de pánico o la ansiedad se transforman en unos fantasmas muy desagradables, pero además se encargan de aumentar o disminuir la belleza, mas no esa lindura de ser perfecta o no. Lo que produce es que el reflejo que se entrega a la sociedad es tristeza, angustia, incomprensión, entre otros.
No es fácil asumir que se está frente a un cuadro depresivo, ya que en un comienzo los síntomas no se perciben, pero luego de sufrir alteraciones emocionales y físicas comienzan a surgir manifestaciones en la piel. De la nada aparecen urticarias, palidez, o simplemente malestares en la epidermis. En muchas ocasiones, las personas que sufren ansiedad y están muy estresadas manifiestan conductas dañinas como rascarse compulsivamente la dermis o explotarse granos, acciones que pueden empeorar los problemas cutáneos ya existentes.
Hoy en día, la sociedad piensa que la belleza conduce a la felicidad. Sin embargo, la persona que es feliz no estudia la belleza, sencillamente se siente sano y atractivo, además de envejecer más despacio. Está comprobado que las preocupaciones y el estrés diario se refleja en la piel, que se deshidrata y se torna más vulnerable.
El descanso diario, lo paseos por el campo o la playa, el ejercicio moderado y la lectura despejan los pensamientos negativos y los desequilibrios biológicos, de tal manera que la piel mejora y recupera su elasticidad. Si se trabaja la paz interior y aceptamos tal como somos, la belleza será mayor, por lo mismo, es importante detectar qué te pasa, qué quieres y si es necesario pedir ayuda porque como dicen por ahí al fin y al cabo: todo es cuestión de actitud! (Aunque en muchas circuntancias te sientas sola incomprendida, sigue porque SIEMPRE hay algo por lo que luchar).